UN VIAJE CON ESCORCHE
Recientemente en uno de mis tantos viajes a Barquisimeto me hallé con la grata compañía del escultor, pintor, poeta y esclarecido hombre de este proceso Ramon Escorche.
El momento fue justo, tal vez único, me sentí un león frente a su presa. Lo tenía ahí, contra la pared, con la oportunidad de hacer de aquel viaje un ejercicio a la libertad, al debate y a lo que tanto amamos la vida y la poesía.
Aquel hombre con su estatura pequeña, ojos achinados que casi se topan, dejando una minúscula línea que no logran descubrir la realidad de su alma, noble, fuerte, libertaria.
Su saludo es cordial, la voz casi se pierde en sus adentro, es fina, e inocente, es extraño, pero un hombre con un perfil combatiente, embraguetado con la lucha, sufrido desde su niñez, sea capaz de dar esa imagen. Cuando lo escucho, pareciera un niño, pareciera un ser no acostumbrado a los golpes políticos, a los sufrimientos, al hambre, al desespero, al engaño, al poder.
Parece un ser común, si no fuera porque lo conozco, pasaría inadvertido, su amplio conocimiento solo ha servido para cultivar su humildad, su honradez y su paciencia. Eso se respira, paciencia, tranquilidad, me saluda y pareciera un monástico, un practicante de yoga. Su mano al saludar es franca, es dura, casi granítica, pero tampoco hace alarde de eso. Su mano al saludar no es ni agresiva, ni débil, no pareciera que bajo su esfuerzo se hayan creado las figuras más representativas de la escultura de nuestro pueblo. Nadie como él ha llevado la escultura al éxtasis simbólico de la imaginación, sus obras, sugieren todo y nada, sugieren lo que cada quien ve, lo que cada quien siente, sus obras no me dicen lo que son, al contrario, me dicen lo que soy yo, me dicen lo que yo quiero ver.
Pero así es él, hay que vivir su mundo para entenderlo o si no, cada quien lo juzga, lo enjuicia, lo acepta o repudia, total eso no le incomoda, al contrario lo fortalece, la humildad es viva, es sincera, sin alardes, pero reconociendo su potencial.
Su faceta de poeta no es menos interesante, el es capaz de dar una luz de lo que escribe, pero deja todo hasta ahí, no le gusta justificarse, aclararse, no le hace falta. Leyéndolo uno puede encontrarse con la inocencia hecha poesía. Sugieren al amor, al fusil, a las flores, a la lucha, a la luna, al desamor. Quienes hemos leído sin prejuicios intelectualoides, podemos decir de la frescura de su prosa. Como lleva a la mujer al cielo, la pasea en los planetas, la trae a la tierra y hasta es capaz, en todo esto, de colocarla del lado de los desposeídos, en la lucha contra el imperio, en su dimensión social y combatiente. La mujer, según Escorche, es ayuda en el combate, en el amor, en la poesía.
Hablar con él es poder llegar a la cima de lo grandioso, es la oportunidad de sentir que nada está perdido, que se pueden lograr cosas que son inalcanzables, que la amistad es mayor regalo de los iguales, que se puede creer en ella aunque sientas el puñal, el engaño y la traición. Los amigos, son amigos, somos humanos. Habla de su infancia con la tranquilidad de haber pasado el Río Grande sin morir en sus aguas, de haber pasado el Jordán, el Mar Rojo y haber caminado en las aguas del Lago de Capenahum. Habla de haberse hundido, de flaquear, de levantarse y de amar.
El no necesita carnet, cliché, o decir si es o no bolivariano, sus poemas hablan de Bolívar hace mas de 20 años, de América Libre, del Imperialismo, de Socialismo. Desde su juventud veía la injusticia y la combatía, pero esa debilidad por el arte hizo de él un paradigma, un icono. Supo deslastrarse de la politiquería estéril, partidista, hueca, su dialéctica lo lleva a la cultura, cuando era cultura, cuando las ratas no marchitaban con sus orines la fresca creación social. El a pesar de ser un hombre de arte, es un hombre de la vida, de los sueños inalcanzables, de lo posible, de la vida.
Todo esto pude aprenderlo el 1 hora de conversación con el, mientras la buseta llegaba a la parada, quedó pendiente otra conversa(como dice mi taita)