Opinión
José Guerra
TalCual / ND
La falta de dólares y el plan Merentes
Merentes está prometiendo a los empresarios los dólares que no tiene. En una estrategia para ganar tiempo y darle un leve respiro al tambaleante Maduro, el hoy ministro de Finanzas piensa que con reuniones para hacer catarsis con los empresarios va a resolver la crisis que él y Giordani crearon durante 2012 y lo que va de 2013. El asunto fundamental es que las reservas internacionales del BCV están exhaustas. Agotadas por la política suicida que siguió el gobierno en 2012 con el objeto de ganar las elecciones presidenciales aún al costo de dejar al país en la virtual bancarrota desde el punto de vista de la disponibilidad de divisas.
El dúo Giordani-Merentes se lanzó por el tobogán de la sobre expansión fiscal y monetaria creyendo que un exceso de liquidez en la economía como el que actualmente tiene Venezuela no iba a tener efectos indeseados. Así, el gasto público real se expandió más de 20,0% y la liquidez monetaria real hizo lo propio al denotar un incremento mayor al 30,0%. Nadie con sentido común que pretenda estar a cargo de la cartera de las finanzas públicas o del banco central puede imaginar que semejaste empuje de la liquidez no iba a tener un efecto alcista sobre los precios y el tipo de cambio. Merentes, en su irresponsabilidad como presidente del BCV, llegó a decir que no había relación entre los aumentos de la cantidad de dinero y los precios. Pues bien, no se percató que el mercado tiene dos expresiones el precio y la cantidad y que cuando los precio están regulados, la inflación está oculta, pero no derrotada, y lo que se hace visible es la escasez como efectivamente ha venido sucediendo a partir de diciembre de 2012.
En 2012 lo que hubo en Venezuela fue un verdadero festival de gasto con motivo de las elecciones pautadas para el 7 de octubre. Había que ganara esos comicios al cualquier precio y para ello el mejor aliado fue la irresponsabilidad de unas autoridades del BCV que imprimieron dinero a diestra y siniestra. Cuando esos bolívares que masivamente emitió el banco central salieron a la calle se encontraron que no había bienes suficientes que comprar. Como los precios están regulados, la oferta es insuficiente y en consecuencia para que no haya presiones inflacionarias adicionales, el gobierno pisó a fondo el pie en el acelerador de las importaciones, las cuales saltaron de US$ 46.813 millones en 2011 a US$ 59.339 millones, lo que denotó un aumento de 27,0% mientras que la economía crecía 5,5%.
No había que ser merecedor del Nóbel de Economía para darse cuenta de que esta situación era insostenible. Solamente la irresponsabilidad, la ignorancia o una combinación de ambas privaron para que Giordani y Merentes condujeran a la economía venezolana a una situación donde era previsible que las reservas internacionales del BCV colapsarían. Efectivamente, al concluir diciembre de 2012 la parte líquida de los activos en divisas del BCV habían tocado fondo. Pero eso no es todo. En lo que va de 2013, es decir hasta el 16 de mayo según cifras oficiales, el BCV perdió reservas internacionales por US$ 4.316 millones. Debido a ello las reservas líquidas del BCV actualmente se sitúan en el entorno de los US$ 2.000 millones, tal como se muestra en el gráfico adjunto. Esta es una cifra minúscula con relación a las necesidades de importación de una economía donde sus capacidades productivas estás severamente averiadas.
Con un nivel de reservas líquidas de esa magnitud es poco lo que puede hacer el Plan Merentes para oxigenar la economía. A esa publicitadas mesas de trabajos que sectorialmente se han conformado le falta una pata: las divisas para colmar el apetito por dólares de los importadores, muchos de ellos urgidos por el hecho que tienen a sus proveedores externos tocándole la puerta todos los días para que paguen lo adeudado. Como el moroso que no quiere pagar lo que debe, recurre el gobierno entonces a reuniones agotadoras donde los secretarios de las mesas negociadoras toman debida nota de las quejas de los importadores venezolanos y prometen elevarlas a los órganos superiores. Entre tanto los suplidores del exterior amenazan con cortar los suministros a Venezuela porque no reciben su pago oportuno. Sencillamente, no hay dólares suficientes debido a al desatino de Giordani y Merentes.
José Guerra
TalCual / ND
La falta de dólares y el plan Merentes
Merentes está prometiendo a los empresarios los dólares que no tiene. En una estrategia para ganar tiempo y darle un leve respiro al tambaleante Maduro, el hoy ministro de Finanzas piensa que con reuniones para hacer catarsis con los empresarios va a resolver la crisis que él y Giordani crearon durante 2012 y lo que va de 2013. El asunto fundamental es que las reservas internacionales del BCV están exhaustas. Agotadas por la política suicida que siguió el gobierno en 2012 con el objeto de ganar las elecciones presidenciales aún al costo de dejar al país en la virtual bancarrota desde el punto de vista de la disponibilidad de divisas.
El dúo Giordani-Merentes se lanzó por el tobogán de la sobre expansión fiscal y monetaria creyendo que un exceso de liquidez en la economía como el que actualmente tiene Venezuela no iba a tener efectos indeseados. Así, el gasto público real se expandió más de 20,0% y la liquidez monetaria real hizo lo propio al denotar un incremento mayor al 30,0%. Nadie con sentido común que pretenda estar a cargo de la cartera de las finanzas públicas o del banco central puede imaginar que semejaste empuje de la liquidez no iba a tener un efecto alcista sobre los precios y el tipo de cambio. Merentes, en su irresponsabilidad como presidente del BCV, llegó a decir que no había relación entre los aumentos de la cantidad de dinero y los precios. Pues bien, no se percató que el mercado tiene dos expresiones el precio y la cantidad y que cuando los precio están regulados, la inflación está oculta, pero no derrotada, y lo que se hace visible es la escasez como efectivamente ha venido sucediendo a partir de diciembre de 2012.
En 2012 lo que hubo en Venezuela fue un verdadero festival de gasto con motivo de las elecciones pautadas para el 7 de octubre. Había que ganara esos comicios al cualquier precio y para ello el mejor aliado fue la irresponsabilidad de unas autoridades del BCV que imprimieron dinero a diestra y siniestra. Cuando esos bolívares que masivamente emitió el banco central salieron a la calle se encontraron que no había bienes suficientes que comprar. Como los precios están regulados, la oferta es insuficiente y en consecuencia para que no haya presiones inflacionarias adicionales, el gobierno pisó a fondo el pie en el acelerador de las importaciones, las cuales saltaron de US$ 46.813 millones en 2011 a US$ 59.339 millones, lo que denotó un aumento de 27,0% mientras que la economía crecía 5,5%.
No había que ser merecedor del Nóbel de Economía para darse cuenta de que esta situación era insostenible. Solamente la irresponsabilidad, la ignorancia o una combinación de ambas privaron para que Giordani y Merentes condujeran a la economía venezolana a una situación donde era previsible que las reservas internacionales del BCV colapsarían. Efectivamente, al concluir diciembre de 2012 la parte líquida de los activos en divisas del BCV habían tocado fondo. Pero eso no es todo. En lo que va de 2013, es decir hasta el 16 de mayo según cifras oficiales, el BCV perdió reservas internacionales por US$ 4.316 millones. Debido a ello las reservas líquidas del BCV actualmente se sitúan en el entorno de los US$ 2.000 millones, tal como se muestra en el gráfico adjunto. Esta es una cifra minúscula con relación a las necesidades de importación de una economía donde sus capacidades productivas estás severamente averiadas.
Con un nivel de reservas líquidas de esa magnitud es poco lo que puede hacer el Plan Merentes para oxigenar la economía. A esa publicitadas mesas de trabajos que sectorialmente se han conformado le falta una pata: las divisas para colmar el apetito por dólares de los importadores, muchos de ellos urgidos por el hecho que tienen a sus proveedores externos tocándole la puerta todos los días para que paguen lo adeudado. Como el moroso que no quiere pagar lo que debe, recurre el gobierno entonces a reuniones agotadoras donde los secretarios de las mesas negociadoras toman debida nota de las quejas de los importadores venezolanos y prometen elevarlas a los órganos superiores. Entre tanto los suplidores del exterior amenazan con cortar los suministros a Venezuela porque no reciben su pago oportuno. Sencillamente, no hay dólares suficientes debido a al desatino de Giordani y Merentes.