Una llamada llega temprano en la mañana al celular de un agricultor tocuyano... "tenemos a tu papá en nuestras manos, lo acabamos de tomar como rehén y pedimos rescate. Sabemos de tus cuentas, cuanto tienes en los bancos, sabemos donde estás, con quien te reúnes, sabemos cuanto dinero manejas, así es que no tienes opción.. tienes un límite de las 3 de la tarde para conseguirme el dinero, sabes qué? si me denuncias, seré yo el que reciba la llamada, y además, yo no soy como los tontos esos que secuestraron a María Gracia, somos profesionales... escúchelo bien PROFESIONALES!!!!.
Los 500 millones de bolívares que pedían los secuestradores no estaban en El Tocuyo, las llamadas a los gerentes confirmaban esa realidad, había que ir a Barquisimeto; inmediatamente enciende su carro y con una mezcla de miedo, desespero, angustia e impotencia, parte hacia Barquisimeto. No veía la carretera, ni islas, ni baches; la mirada se perdía en el horizonte, mientras la imagen del rostro de su padre aparecía en el horizonte, internamente de decía a si mismo "tranquilo papá, yo te sacaré de esta" el fuerte nudo que sentía en su garganta se mezclaba con lo salado de las lágrimas que iban viajando por su mejilla, entraban a su boca, respiración a ritmo desbocado, era todo y nada a la vez, era la desesperanza, era su vida y la de su padre. Nada importaba, ni siquiera el dinero, solo la salud, el saber que estaría otra vez cerca de su progenitor, que ahora estaba indefenso. La rabia lo transportaba a imaginarse lo peor, la venganza, la impunidad frente al delito.
Llegada la hora, se entrega lo previsto, todo sale bien y de vuelta a casa.
Esto se veía venir, en más de una oportunidad se le había dicho de que esto sucedería, los secuestradores sabían todo el itinerario familiar, los amigos le hacían la observación, pero llegó...quien será el próximo?
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