Son las 10:00 am, del sábado 09
de agosto no es una mañana cualquiera en nuestra ciudad.
Ya sea como se llame angustia, desespero,
hipnosis colectiva fue lo que reinó. La gente se agolpó frente al negocio del
Sr Carlos Bravo a comprar el preciado alimento: La Harina P.A.N.
Quienes estaban, o estuvimos (me
incluyo) podíamos ver una imagen dantesca, dolorosa, angustiante, casi era una tragicomedia
de la cual todos participaron.
Pelearse, llevar sol, decirse
todo tipo de improperios, calarse la cola de más de 250 personas por el alimento es sin duda
el reflejo más triste de lo que hemos llegado hacer como país, eso no tiene perdón,
hacer sufrir así a los habitantes del país con las mayores reservas de petróleo
en el mundo
Una joven al ver a su mamá
agolpada entre tanta gente con la temperatura a más de 36 ºC y a pocos metros
de la puerta donde se vende le dijo: Mamá sálgase más bien, le va a dar una
cosa y después va a ser peor. La señora,
pequeña, falda floreada, pelo liso recogido, rasgos indígena Gayón, con su piel
cuarteada por los años y la vida la
miró, subió el mecate que resguarda la
cola y salió. Adiós a la harina.
Al frente mujeres, niños,
hombres, sentados, esperando que algún familiar saliera para irse, mucha gente
de Boro, Dos Caminos, La otra Banda, El Molino. No sabían que la harina había
aumentado de precio, que ahora era 12,4 Bs.
La sed era de comprar era casi
igual a la de beber agua, o tomarse una tizana que recién llegaba al lugar.
Las personas al salir del
comercio con sus 5 harinas mostraban una cara semejante a la de un maratonista olímpico.
La cara de satisfacción era envidiable, como lo era la apetecida bolsa con sus
5 harinas que a lo sumo les durará 5
días, hasta la próxima cola.
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