Me he visto en la necesidad de escribir estas líneas
en vista de que es casi imposible hablar con usted en términos más o
menos civiles.
Entiendo su violencia, no es fácil tener la
paciencia de un pelícano a la hora de pescar, cuando eres blanco (o rojo)
de ataques a su gestión.
Pues permítame decirle que tener una función
pública o de servicio público, genera una serie de consecuencias que pueden
catalogarse como “inherentes al cargo”. Estas consecuencias las llamo: “ser
blanco de la opinión pública”, en otras
palabras, la gente en alguna oportunidad
va a catalogar, evaluar o juzgar su desempeño que para algunos puede ser buena, regular o
mala.
Debo confesarle que he cumplido en más de una oportunidad
esa función y he sentido el peso y la responsabilidad de dicho cargo. La gente
en más de una oportunidad me ha dicho de frente cosas como: “lo haces mal” “estás
equivocado” “te falta autoridad” “abusaste
de autoridad” entre otras. También me ha felicitado por lo que hago, pero para decirle la verdad, me
importa más las opiniones negativas, que las positivas.
¿Sabe el error mayor que puede cometer un funcionario
público? Creer que lo hace bien, que es el mejor en su cargo y que todas las
personas están contentas con nuestro trabajo, grave error !!! porque para
decirle la verdad, ese es el momento que
más errores tenemos. Creerse lo máximo.
Debo decirle que nuestro país no está exento de una herencia española llamada burocracia. La
burocracia es un modelo funesto de servicio público, en el cual para poder lograr un objetivo o fin, es necesario
recorrer varias oficinas en espera de una firma o de un permiso. Pero
también es burocracia o burócrata, el
funcionario que cree saberlo todo, el que se escuda en los procesos, en los artilugios
legales, en la carta de recomendación, en las perversas palabras llamadas “Cargo”
“Director” o “Coordinador” para justificar su ineptitud, su incapacidad o su
falta de condición humana, léalo bien: Condición Humana.
De ahí permítamele decirle burócrata, y no se
sienta mal por ello, esa es la esencia del cargo que usted desempeña, así se
esconda en un trapo rojo, azul o blanco. Usted es un burócrata. El arte de la
política, en este sistema socio improductivo, lo define a usted así, aunque a
usted no le guste. Usted es producto y reproductor inconsciente de la
burocracia. Le aseguro que usted se ha cogido algún
churupito sobrante, que lo justifica por las
horas extras que trabajó un día, o por los días de sol que llevó o ha
llevado en las campañas electorales. Seguro que usted ha hecho algún
trueque, intercambio, o negociación que conllevó una ganancia a su favor, me imagino que ya su
conciencia está sana de remordimiento que sentía los primeros días cuando mató
sus primeros tigres en la administración pública y que le dejaba despierto mientras
su esposa dormía plácidamente, y cuando le veía despierto usted le decía: “es
el trabajo que no me tiene estresado”.
Bueno mi querido burócrata, lleve la vida al paso
que de, no se crea en la eternidad, sabe
que todo es efímero, somos flor del campo, somos sol de un día, somos brisa que
pasa y somos el gua que no vuelve. No crea que si muere, San Pedro lo nombrará
allá en algún cargo, no sabe que hoy estamos en una montaña y mañana en un profundo río. Le digo esto porque mañana
usted será normal otra vez, la vida lo
reciclará y se convertirá en un humano normal común y corriente, lleno de
defectos y virtudes, eso si, más virtudes
que defectos.
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