Escritura
CRÓNICAS DE GUSTAVO GUZMÁN:
José María Giménez, “Chemaría”: 110 años de su nacimiento
Basado en el escrito original del Profesor Gustavo Guzmán (ver publicación original en Facebook)
Adaptación: Profesor Eli Torrealba
Un siglo de arte, humor y vida
Este año se cumple un siglo del nacimiento de José María Giménez, conocido con cariño como “Chemaría”. Artista integral, pintor, músico, poeta, humorista y tocuyano por excelencia, dejó una huella imborrable en la cultura larense. Su vida fue un lienzo de arte, ingenio y alegría popular.
Hoy, al celebrarse el centenario de su nacimiento, recordamos a este hombre que supo convertir el humor en sabiduría y la sencillez en arte.
Orígenes: un hogar de arte y chispa
José María Giménez nació el 15 de agosto de 1915 en Agua Clara, Quebrada Arriba, en las serranías de Sanare. Hijo de Ezequiel Jiménez y Hercilia Colmenares (“Mama Chía”), creció rodeado de arte y buen humor.
Su padre, “Mano Quiel”, fue restaurador de imágenes religiosas y pintor de escenas del infierno. Un día, el pequeño Chema le preguntó:
—Papá, ¿por qué no sacas a esos señores de la candela y los sientas en las piedras?
Y su padre, con chispa de humor, respondió:
—No, hijo, porque las piedras también están calientes.
Otra de sus ocurrencias legendarias fue cuando pintó a una mujer desnuda en su casa. Una hermana de caridad lo reprendió:
—¡Ezequiel! ¿Cómo se le ocurre pintar a esa mujer así? ¡Eso es una vulgaridad!
Y él contestó riendo:
—Hermana, y eso que no está completa… le faltan los pelos.
“Mano Quiel” fue uno de los últimos representantes de la iconografía religiosa de El Tocuyo, además de escultor en yeso, madera y mosaico, e iniciador del grabado en vidrio en la región. En ese ambiente nació el espíritu libre de “Chemaría”.
Trayectoria artística: del terremoto al Vaticano
El terremoto de 1950 destruyó gran parte de su obra, lo que provocó un breve retiro artístico. Pero su talento renació pronto.
- En 1952, ganó el primer premio del concurso del Cuatricentenario de Barquisimeto, organizado por Rafael Monasterio.
- En 1970, obtuvo el primer premio en el Primer Salón de Pintores del Estado Lara y expuso en la Galería Arturo Michelena de Caracas.
- En 1971, recibió la Paleta de Bronce en la Sala Armando Reverón.
- En 1977, alcanzó su máximo reconocimiento: la Paleta de Oro, con su obra “Cristo Resplandor”, que llegó a exponerse en el Vaticano.
Entre sus obras más reconocidas se cuentan:
“Paisaje de Aragua”, “Lavanderas de El Tocuyo”, “Paisaje de Lara”, “Procesión en Sanare” y “La Ermita de Quíbor”.
El humorista y el editor
“Chemaría” fue un hombre de respuestas ingeniosas y humor permanente. Su esposa, doña Carolina, solía reclamarle:
—Viejo, dejó la luz prendida.
Y él respondía con su ironía habitual:
—Bueno, ¿y usted no la puede apagar?
Además de pintor, fue editor y periodista humorístico. Trabajó en imprentas, donde editó el órgano navideño “Calicanto”, colaboró con “El Cardón” de Federico Peraza Yépez y con “Morisqueta” del trujillano Robiro Aguaje.
Dirigió los periódicos “Pica y Huye” y “Epicentro”, junto a los profesores “Chiche” Guédez y Carlos Perdomo. El pregonero de este último era Luis Colmenares, primer egresado del INCE Tocuyo, quien vendía el periódico por apenas una locha (Bs. 0,12).
La imprenta y el verso: humor entre tipos móviles
En los años sesenta, “Chemaría” compró su propia imprenta, donde compartía trabajo y chanzas con sus ayudantes Felipito Yépez y Juan Bautista Colmenares (“Juan Beta”). Cuando ambos discutieron, el artista resolvió el conflicto con poesía:
Entre Juan y Felipito
surgió un disgusto de paso,
porque Juan imparte una orden
y Felipito no le hace caso.
Hace poquito de tiempo
se ha presentado un detalle,
y Felipe muy caliente
desafió a Juan pa’ la calle.
Le ofreció darle la talla
porque le sobra valor,
y que guarda una puntilla
para defender su honor.
Pero Juan, que es muy sereno
y que por nada se humilla,
ni le teme a Felipito
ni le teme a su puntilla.
Así era “Chemaría”: solucionaba las tensiones con rima, humor y sabiduría popular.
Anécdotas del genio tocuyano
Su vida cotidiana era un repertorio de ocurrencias.
Cuando su esposa le reprochó tener el jardín lleno de carteritas vacías, respondió con calma:
—¡Confórmese, vieja! Era que no tenía para comprar un litro.
Al músico Pompilio Peralta, “El Camarón”, quien le vendió un televisor a crédito y perdió los recibos, le dijo sin titubear:
—Mire, Camarón, ¡no le pago a usted, y le voy a pagar a otro!
Y al cliente impaciente que exigía su letrero:
—Vengo a buscar el letrero.
—¡Cónchale, chico! —le respondió—, esta mañana por un tris que lo hago.
El músico, poeta y loco
Estudió en la Escuela de Artes Plásticas, donde fue alumno de Rafael Monasterio. Fue amigo de Aquiles Nazoa, tutor de Simón Díaz, y también concejal y presidente del Concejo Municipal de El Tocuyo.
En la música, integró el conjunto “Tocuyo” en los años cincuenta y fue ejecutante de cuatro, mandolina y guitarra. Compuso temas como:
- “Ramoncito en Cimarrona”, dedicada al médico Ramón Almao Tovar.
- “Boconó”
- “El Cachicamo”
Solía definirse con humor:
“Soy músico, poeta y loco”.
Filosofía de vida y amor por El Tocuyo
Su ingenio era tan rápido como su sonrisa. Cierto día, caminando por el parque Ayacucho de Barquisimeto, alguien le preguntó:
—¿Usted vive por aquí?
Y él, sin pensarlo, contestó:
—No, yo no vivo por aquí, yo bebo por aquí.
Amó profundamente El Tocuyo, amor que transmitió a sus hijos, especialmente al Lic. Altidoro Giménez, quien aún visita la ciudad cada semana para rendir homenaje al dios Baco y disfrutar sus queridas acemitas tocuyanas.
Las coplas de “Calicanto”: un canto al licor y la vida
Aunque su padre fue abstemio, Don “Chema” no. En su publicación “Calicanto” dejó esta copla inmortal que resume su filosofía de vida:
Pero gracias al licor
aprendí de todo un poco,
y por eso yo soy pintor,
músico, poeta y loco.
El papel tan importante
que siempre juega el licor
es difícil suplantarlo
por otra cosa mejor.
Hablan de la antigua Roma
y sus licenciosas orgías,
bebiendo toda la noche
y también todos los días.
Del dios Baco, a quien rindieron
pleitesía al soberano,
porque lo representaban
con una copa en la mano.
Los siete sabios de Grecia
y el licor para sus goces,
que por algo lo apreciaban
como néctar de los dioses.
Legado de un espíritu libre
Así fue José María Giménez, “Chemaría”:
un hombre alegre, pintoresco, talentoso y lleno de humor. Su vida fue arte, música y poesía; su palabra, una sonrisa eterna; y su legado, la memoria viva de un Tocuyo que aún ríe al recordarlo.
A cien años de su nacimiento, su nombre sigue brillando como símbolo del ingenio, la bohemia y la sensibilidad popular venezolana.
Escrito original en Facebook por Profesor Gustavo Guzmán
(ver publicación)
Adaptación y edición para blog: Eli Torrealba
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